El cáncer es una experiencia transformadora, hay un cambio de vida completo y un quiebre en la biografía de la familia. El paciente se plantea un repensar en su vida entera, en sus vínculos, en cuáles son sus prioridades, en cómo se piensa a sí mismo, cómo se planta en sus roles sociales.
Todas las maneras en las que definimos nuestra identidad se ven afectadas por esta experiencia.
Uno de nuestros objetivos como psicooncólogos, es poder acompañar a una persona a resignificar esa experiencia de mucho sufrimiento para encontrar lugares donde renacer, con una versión más auténtica de sí mismos. Queremos acompañar buscando hacer foco en la resiliencia y transformar positivamente a partir de este gran shock y experiencia de intenso sufrimiento.
Podemos acompañar al paciente quedándonos en el sufrimiento o ayudarlos a encontrar la plenitud a partir de esta experiencia y buscar una transformación. Hay un antes y un después del cáncer, y como terapeutas pasamos a ser testigos de este replanteo y también es una experiencia muy transformadora para nosotros. Es importante repensarnos para acompañar con responsabilidad en este “efecto despertador”. Poder acompañar a una persona a utilizar esa experiencia de mucho sufrimiento para encontrar lugares donde renacer, es una experiencia inevitable de transformación propia. Algo de ese viaje va a tocar puntos de nuestra vida y espejar cuestiones de nuestra propia vulnerabilidad y transformación. Esta experiencia también la van a vivir quienes acompañen al paciente. Es difícil encontrarse si no ofrecemos eso, es nuestro PACTO SAGRADO. Nos acercamos con la misma honestidad, apertura, autenticidad, tolerancia al no saber…. para transitar el viaje juntos.