Podría saltearme la parte técnica, pero voy a resumirla para ponernos en contexto en unas pocas palabras. Un diagnóstico de cáncer es el proceso mediante el cual un médico confirma la presencia de células cancerosas en el cuerpo. Para arribar al diagnóstico hay muchos pasos que incluyen la entrevista clinica, estudios de imágenes, análisis de sangre, biopsias, entre otros. Lo que arroja el diagnóstico va a definir el tratamiento a seguir.
El momento del diagnóstico es un punto de quiebre. Es cuando se escucha por primera vez la palabra cáncer aplicada a uno mismo. Suele vivirse como un terremoto emocional.
No es solo una noticia médica: es un golpe emocional, un cambio de escenario, una sacudida en la forma de mirar la vida, un verdadero quiebre en la biografía.
Aunque cada persona lo vive de manera única, hay emociones que se repiten con frecuencia. Y nombrarlas es también una forma de humanizar ese momento y no quedarnos con los tecnicismos que a veces distancian al paciente de su médico por no lograr hablar el mismo idioma cuando más lo necesitan.
Inicialmente, las personas experimentan un montón de emociones y atraviesan pensamientos que pueden resultar ensordecedores. Es normal que luego del diagnóstico un paciente necesite tomar distancia de su entorno, porque aún está haciendo un enorme esfuerzo por comprender aquella noticia paralizante, para poder lidiar con muchas preguntas o afirmaciones, que con las mejores intenciones reciben de su entorno: ¿Cómo estás? ¿Qué te dijo el médico? ¿Va a estar todo bien? ¿Se te va a caer el pelo? ¿Porqué no salis un poco de la cama? ¿Querés que salgamos así te distraes? Todo va a salir bien, no tenés que preocuparte, no te pongas triste, vamos a juntarnos con el grupo que eso te va a dar ánimos… la lista puede seguir, pero ¿qué intento decir? Que no se trata de una mala intención del equipo de contención (atentos cuidadores primarios), sino que la preocupación y el deseo verdadero de ver a su ser querido sentirse mejor, por momentos puede llevar a caer en invalidaciones involuntarias, es decir, en palabras, frases, preguntas, que un paciente no necesita escuchar en ese momento porque no le hacen bien.
Ahora bien, me gustaría describir algunas sensaciones que note a lo largo del tiempo que surgen en los pacientes y poder de esta manera, naturalizarlas. Porque lo que pasa en nuestro fuero interno es incontrolable y frente a un diagnóstico de cancer, comienzan las emociones y pensamientos a mover con fuerza la montaña rusa a la que nos estamos subiendo. No será simple, pero el propósito final, será permitirnos alojarlas y reconocerlas como nuestras, sin tanto juicio por tenerlas o buscar desenfrenadamente hacerlas desaparecer.
Muchas personas recuerdan ese momento como un corte en la línea del tiempo. Todo lo que el médico dijo después de la palabra cáncer suena lejano, borroso. Se instala una sensación de irrealidad. Muchas personas me describen ese preciso momento, como una película que veían en tercera persona, con una auténtica sensación de desrealización.
El miedo aparece de golpe: miedo a la muerte, al dolor, a sufrir, a no poder. Miedo por los hijos, por la pareja, por los proyectos que quizás no se cumplan. El futuro parece tambalearse. Aparecen los miedos más normales en todos los seres humanos, pero en una consulta con el oncólogo…el miedo a la muerte, a la pérdida de control y a la incertidumbre, se hacen presentes como una cachetada que no vimos venir y pegó de lleno.
También surge la incredulidad o la negación. Algunos pacientes piensan que se equivocaron, que no puede ser cierto. O que se trata de algo pasajero. Negar es una defensa humana, una forma de darle tiempo a la mente para procesar. Sabemos que el proceso de la enfermedad conlleva un camino sinuoso y para todo paciente, es importante una barrera protectora desde el campo emocional.
La soledad interna también se hace presente. Aún rodeados de seres queridos, muchos pacientes sienten una soledad especial. Como si nadie pudiera comprender del todo lo que están viviendo.
A veces aparece la culpa y las preguntas sin respuestas, por no haberse hecho controles, por haber tenido ciertos hábitos, por no haberlo visto venir ¿Será por todo lo que fumé? ¿Podría haberlo evitado? Este sentimiento es favorecido por muchos modelos ya sea dentro del marco de la psicología o no, que sin tener evidencia científica sostienen que el cáncer pudo haber sido provocado por emociones mal gestionadas o rencores guardados. Solo puedo afirmar: NO ES TU CULPA.
La tristeza y varios duelos aparecen rápidamente. No es solo el miedo a la enfermedad, es también el duelo por la pérdida de la salud, de la estabilidad, de una idea de futuro. Es natural llorar, estar apagado, necesitar silencio.
Surge una urgencia por entender, buscar tratamientos, consultar opiniones. El deseo de recuperar el control es una reacción común.
Se pueden atravesar emociones contradictorias, en un mismo día se puede pasar de la desesperanza a la calma, de la confianza al temor. No hay una línea recta. Y todo ésto, ESTA BIEN. Sería llamativo ver a una persona con un reciente diagnóstico de cáncer en un constante estado de relajación, paz, alegría, sin ningún esbozo de temor o ansiedad.
Más allá del miedo, muchas personas conectan con una fuerza vital enorme. Aparece la claridad de lo importante, las ganas de estar, de amar, de seguir. Este deseo profundo de vivir, nos aliviana el camino del duelo oncológico.
Una de las necesidades más profundas es que el mundo no vea solo el diagnóstico. Detrás del cáncer, sigue habiendo una persona completa.
Si estás transitando este momento: no estás sola, no estás solo. Tus emociones son válidas. No hay una forma correcta de sentir, pero sí caminos para ser acompañado. Pedí ayuda, hablá de lo que sentís, aceptá apoyo; son 3 grandes actos de fortaleza.
El diagnóstico no borra quién sos. Y aunque el camino pueda ser difícil, también puede estar lleno de sentido, vínculos profundos y fuerza interior.
Recibir un diagnóstico de cáncer es una de las experiencias emocionales más intensas y movilizantes que una persona puede atravesar. No olvides que hay muchísimas herramientas para que puedas atravesar este proceso, como un paréntesis en tu vida, entendiendo que comienza un aprendizaje pero este momento no dura para siempre, es solo eso, un paréntesis.