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Gestión emocional…pero primero ¿Qué son las emociones?

La terapia cognitiva sostiene que las emociones están influenciadas por nuestros pensamientos y creencias. Desde este enfoque las emociones no surgen de eventos en sí mismos sino de la interpretación que hacemos de ellos.

Son experiencias subjetivas que incluyen cambios en el pensamiento, la conducta y el cuerpo (por ejemplo, aceleración del ritmo cardíaco). De hecho, tienen una función muy importante que es la de permitirnos reaccionar ante estímulos, de ahí su carácter adaptativo. Es cierto que no siempre logramos dar una respuesta adaptativa frente a lo que hacemos cuando sentimos algo, pero se pueden aprender habilidades para gestionar nuestras emociones y responder acorde al estímulo que las despierta.  Las emociones tienen un estado de base, por llamarlo de alguna manera, aunque también pueden estar por debajo o por encima de ese nivel y no siempre nos permiten reaccionar adaptativamente. Pensemos por ejemplo en la alegría, es la emoción que más nos gusta sentir, ahora… ¿qué pasa cuando está demasiado elevada? Es probable que no podamos responder adecuadamente a situaciones de nuestra vida cotidiana. Por otro lado, hay emociones que no nos gusta nada sentir, la ansiedad, el miedo, la tristeza, el enojo, pero no debemos olvidar que algo nos vienen a decir y nos permiten prepararnos para lo que debamos atravesar. Cuando aparece una emoción, y nos desviamos con otras actividades probablemente estemos intentando evitar sentir ese malestar porque afrontarlo puede resultar muy difícil, pero muy necesario para alcanzar la aceptación. Lo más importante es poder registrar lo que sentimos, ya que no estamos acostumbrados a eso, la mayoría de nosotros somos de generaciones donde la expresión de las emociones ha sido castigada, pero estamos a tiempo de entrar en contacto con ellas y observar cuál es la emoción que predomina para luego continuar con otro proceso que implica habilidades para actuar frente a ellas de un modo asertivo.

Pensemos entonces qué podemos hacer cuando sentimos algo, recordando siempre, que lo que pensamos o sentimos no podemos controlarlo, pero si aquello que hacemos con eso. Sabemos que No siempre es fácil. Cuando sentimos enojo muchas veces queremos decir o hacer cosas que probablemente no nos den buen resultado. Imaginemos entonces el recorrido de una flecha, cuando alguien la lanza con su arco, vamos a ver un pico máximo de altura, como cuando estamos muy enojados, pero esa flecha va a bajar hasta llegar de nuevo a la altura desde donde fue lanzada. Con las emociones pasa lo mismo, es importante saber registrarlas, entender sus momentos de mayor fuerza y aprender, con mucho trabajo, a esperar que bajen de su pico más alto porque es allí donde nos conviene actuar para responder de la mejor manera. Posponer la respuesta es muy eficaz, a veces es necesario “retirarnos” de una situación para poder observar lo que sentimos desde otra perspectiva y poder actuar o responder, si es necesario hacerlo, de manera asertiva.

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Gaby López Elías

Hola, soy Gaby López Elías, mamá de Cata y Josefina, y Psicóloga Clínica y especialista en psicooncología.
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