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Los Duelos en la Experiencia Oncológica…lo profundamente humano y clínicamente relevante.

Cuando pensamos en duelo, solemos asociarlo con la muerte. Sin embargo, en el contexto oncológico, el duelo es un proceso mucho más amplio, que puede comenzar incluso antes del diagnóstico, extenderse a lo largo del tratamiento y continuar en la etapa de seguimiento, recaída o fin de vida.

Hablar de duelo en oncología es hablar de múltiples pérdidas, algunas visibles y otras invisibles, pero todas profundamente significativas para quien las vive.

El duelo es la respuesta emocional, cognitiva y conductual que experimentamos ante una pérdida significativa. En oncología, esta pérdida puede adoptar muchas formas: la pérdida de la salud, del cuerpo tal como era, de la autonomía, de proyectos vitales, del rol social, de la fertilidad, del deseo, del futuro imaginado. No hay una única forma de duelo ni una única etapa para atravesarlo. El duelo en la experiencia oncológica es múltiple, progresivo y, muchas veces, ambiguo.

Recorramos juntos los distintos tipos de duelo que pueden presentarse. Cada uno tiene características propias, y muchas veces se superponen o coexisten.

1. Duelo anticipatorio

Este tipo de duelo aparece antes de que ocurra la pérdida definitiva. El paciente y su entorno comienzan a elaborar emocionalmente la posibilidad del final dela vida, aunque este aún no haya ocurrido.

Puede presentarse al momento del diagnóstico, ante una recaída, frente a la progresión de la enfermedad, durante tratamientos paliativos.

El duelo anticipatorio permite, en algunos casos, despedirse, reordenar prioridades, buscar sentido. Pero también puede generar ansiedad, retraimiento afectivo y sentimientos de desesperanza.

2. Duelo por la pérdida del cuerpo sano

El cuerpo se convierte en territorio de intervención, dolor y cambio. Cirugías, quimioterapia, radioterapia y otras intervenciones pueden transformar profundamente la imagen corporal del paciente. Aparece la posible pérdida de cabello, peso, órganos (como mama, útero, colon), cambios en la funcionalidad (uso de bolsas, sondas, prótesis), alteración de la sexualidad, del deseo y del contacto.

Este tipo de duelo afecta directamente la autoestima y puede generar sentimientos de vergüenza, aislamiento o desconexión del propio cuerpo. Nunca debemos olvidar que los pacientes, al tener cambios en su cuerpo, los duelan, y siempre es importante ser validantes ante los mismos. Muchas veces esos cambios, aunque puedan recuperarse, tienen un sentido simbólico que los atraviesa y angustia plenamente.

3. Duelo por la pérdida del proyecto de vida

El cáncer irrumpe en la narrativa vital del paciente. Los planes, los sueños, las certezas se ven alterados o suspendidos. Aparecen cambios en la carrera laboral, renuncia a la maternidad/paternidad, interrupción de viajes, mudanzas, proyectos personales y desconcierto sobre el futuro.

Este duelo puede vivirse con profunda tristeza, desorientación, enojo y sensación de injusticia.

4. Duelo social y de rol

Muchas personas pierden su lugar dentro de sus redes por la enfermedad. A veces, dejan de trabajar, de sostener a su familia o de participar activamente en la comunidad.

Pueden sentirse culpables por “dejar de ser útiles”, autosuficientes, aislados por la sociedad o su círculo íntimo o dependientes de otros.

 Este tipo de duelo impacta directamente en la identidad y el sentido de pertenencia.

5. Duelo del entorno familiar

El cáncer también impone un proceso de duelo a la familia y al entorno del paciente. Padres, hijos, parejas, amigos… todos experimentan sus propias pérdidas: de la vida como era, del rol compartido, de la previsibilidad. Este duelo puede expresarse como sobreprotección, negación, fatiga emocional, o incluso alejamiento.

6. Duelo por la propia vida

Cuando la enfermedad se vuelve avanzada o incurable, el paciente comienza a despedirse de su propia existencia. Este es el duelo más profundo y existencial.

Implica afrontar la idea de la muerte, revisar la vida vivida, procesar pendientes, encontrar sentido y legado. Acá es donde considero que no se puede detener el acompañamiento, el paciente necesita ponerlo en palabras, construir un final digno y con sentido. Este es un proceso que necesitamos acompañar. Puede ser una oportunidad de conexión, autenticidad y amor.

Acompañar no implica evitar el dolor, sino validarlo y sostenerlo.

 Es fundamental escuchar sin juzgar ni apresurar, nombrar lo que está pasando, con delicadeza y claridad, diferenciar entre duelo sano y duelo complicado, trabajar en red

La validación emocional, la presencia y la compasión son nuestras herramientas más poderosas.

El duelo en oncología no es un evento, es un proceso. No se trata de “cerrar etapas” sino de transitar cambios.

Es vital que como cuidadores podamos reconocer los distintos tipos de duelo y podamos acompañar con humanidad, sin minimizar ni patologizar lo que es una respuesta esperable ante la pérdida.

Como decía Viktor Frankl:

“Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, estamos desafiados a cambiarnos a nosotros mismos”.

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Gaby López Elías

Hola, soy Gaby López Elías, mamá de Cata y Josefina, y Psicóloga Clínica y especialista en psicooncología.
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